Nuestro Podcast semanal en Spreaker

Ranking Semanal

Nuevos estrenos en Hearthis

domingo, 26 de diciembre de 2010

viernes, 24 de diciembre de 2010

Gisella Altuna - Es Navidad (2010)



Nunca deja de sorprendernos, es ella tan inquieta como talentosa y dueña de una exquisita voz, lo que le permite desplazarse con soltura y comodidad en cualquier género y en cualquier idioma, facilidad que no todos los cantantes tienen. Nos referimos a una de nuestras engreidas, Gisella Altuna, que acaba de lanzar su nuevo disco, Es Navidad (11y6 Discos: 2010), una recopilación de los más clásicos y representativos temas de navidad, en tiempo de jazz, con estupendos arreglos y una cuota necesaria de sobriedad en los solos de los músicos que la acompañan:


Voz: Gisella Altuna
Piano, Saxo y Producción General: Ervin Cabezudo
Bajo: Luis Linares
Batería: Javier Linares


Se trata, sin duda, de una extraordinaria producciòn para estas fiestas, que esperamos puedan disfrutar tanto como nosotros. Saludos y felicitaciones a Gisella por esta nueva entrega musical de su gran talento. 


Visitar y comprar el disco en:

Arturo "Chico" O´Farrill clausuró el Festival Jazz Plaza 2010 de La Habana

Presidido por el maestro Chucho Valdés, y llevado a cabo del 16 al 19 de Diciembre del 2010 en La Habana, en el reciente Festival Jazz Plaza 2010 de La Habana participaron afamados jazzistas cubanos e internacionales. Como parte del evento se realizó el VI Coloquio Teórico en el que se impartieron Clases Magistrales, conferencias, conversatorios y proyección de documentales, ventas de revistas especializadas en la música y la venta de CD de intérpretes del Jazz.

Durante tres días, ponencias, conferencias, presentaciones de libros y un material fílmico culminaron con una presentación especial de figuras de alto nivel en el ámbito percusivo cubanocomo son José Luis Quintana "Changuito", Enrique Plá, Yaroldys Abreu y Oliver Valdés.



En la sede histórica de estos festivales, la Casa de la Cultura Plaza, se desarrolló nuevamente un ejercicio intelectual y sonoro de primerísima magnitud. Entre ellos la conferencia brindada sobre Chico O'Farrill padre, un patriarca cubano también en el jazz, por parte de su hijo Arturo.


 

Se realizaron además conciertos y Jam Sessions con la participación de las más afamadas agrupaciones de jazzistas cubanos e internacionales en los escenarios más importantes de la ciudad, brindando al pueblo cubano y al público visitante la oportunidad de disfrutar de una serie de presentaciones de lo más representativo del género.

Dándole carácter primordial a la percusión como eje del aporte cubano a la música general y al jazz en particular, fueron mencionados con letras de oro Ubaldo Nieto y Francisco Aguabella, percusionistas de la orquesta de Frank Grillo (Machito) cuando en 1943 nació, de forma improvisada, uno de los himnos fundacionales del jazz latino, Tanga (convertida en suite por el genio increible de Mario Bauzá).



También fueron mencionados Israel Rodríguez, primer tumbador en subir a un escenario con el conjunto de Arsenio Rodríguez, allá por 1940, y Carlos Vidal, que apareció con Machito y sus Afrocubanos en 1943, tres años después de fundada esa orquesta.


 

Músicos de una decena de países, entre ellos Argentina, Estados Unidos y España, participaron en el Festival, “agrupaciones y solistas de Suiza, Sudáfrica, Alemania, España, Estados Unidos, Canadá, Noruega, Austria, Holanda y Argentina, confirmaron su participación” en el Festival, que estuvo presidido por Alexis Vázquez, vicepresidente del Instituto Cubano de la Música, institución que organiza el evento.

Vázquez, citado por el diario oficial Granma, precisó que entre los asistentes a la fiesta del jazz están los norteamericanos Andrea Brachfeld (flautista) y Arturo O'Farrill (pianista), “hijo del mítico Chico O' Farrill (…) pieza esencial” en la creación “del jazz afrocubano” a mediados del siglo XX, reseñó AFP. También se hizo presente la “polifacética austriaca Iris Camaa, los compositores argentinos Dino Saluzzi y Osvaldo Montes, y el saxofonista de origen mozambiqueño Ivan Mazuze”, añadió el ejecutivo del ICM.

La música de Chico O´Farrill marcó la noche final del Festival Jazz Plaza 2010 en el teatro Mella de La Habana. De la mano de Arturo hijo y la Afro Latin Jazz Orchestra, el público disfrutó entre otros números de la versión de Delirio, las suites Manteca y Afrocubana. Compartieron el escenario además con el siempre impecable Bobby Carcasés y varios jóvenes músicos cubanos de gran talento. Momento especial fue el encuentro con Chucho Valdés en una suerte de homenaje a quienes han cultivado el jazz a través de generaciones.
 
 

 


Gracias a:
Revista "Cuba Ahora", artículo y fotos (http://www.cubahora.cu)
Página Habana Kewelta (http://habana.kewelta.cu)
Agencia Informativa Latinoamericana (http://www.prensa-latina.cu/)
 
Visitar:

sábado, 11 de diciembre de 2010

Hoy recordamos a Dámaso Pérez Prado



El más reconocido "Rey del Mambo", no por ser su creador necesariamente sino por haber desarrollado ampliamente ese género y haberlo llevado a niveles de difusión inimaginados, incluso al punto de mantenerlo vigente a pesar de los años y de su propia existencia.

 

Conocido como "Car'efoca", el gran músico cubano, hacedor de talentos y creador iluminado de arreglos inolvidables, supo crearse él mismo un espacio propio en medio del contexto social y político de los años cincuenta, período de su máximo creación y apogeo, a pesar de los contratiempos con la censura de la época que todo lo filtraba y en todo se inmiscuía, o de las nuevas fuerzas políticas que se instalaron progresivamente en el continente.



 

Y es curiosamente la prensa mexicana la que más se ocupa de su memoria y de su vigencia, tras el paso de los años. Se resaltan sus trabajos con la Sonora Matancera y con la Orquesta Casino de la Playa, como breves pero determinantes en la formación del joven pianista que empezaba a asir su sueño de convertirse en figura de primer nivel de la mano de su propio talento y creatividad, dos de las cualidades más saltantes en su personalidad.

 

Por su parte, el Mambo, una creación musical devenida a partir del desarrollo del danzón cubano, dentro de lo que ya desde este mismo blog hemos señalado, el incontenible prurito cubano por la constante innovación, es el género que le permitió investigar y experimentar hasta los niveles increíbles que consiguió, cobijado por una sociedad que desde los barrios populares y las películas de cabaret le daba su mejor respaldo.

 

Nació en Matanzas, Cuba, en la misma Matanzas que fue cuna de Miguel Faílde, el creador del danzón. Es ahí donde comienza a estudiar el piano y donde hace sus pinitos profesionales, cuando el joven Dámaso llega a La Habana vive intensamente la llamada época de oro del son cubano.


 

El joven pianista consigue pronto colocarse en algunos grupos musicales que tocaban en lugares famosos, es en una de estas agrupaciones que conoce al cantante Orlando Guerra, que la escena musical conocía mejor como "Cascarita", y por recomendación de él, en 1942, entra a una de las mejores agrupaciones de la isla: la Orquesta Casino de la Playa.

Pérez Prado, apoyado por su trabajo en la Orquesta Casino de la Playa, llegó a México con apoyo de algunos de sus compatriotas que se encontraban ya establecidos, como Ninón Sevilla, Beny Moré y Kiko Mendive. Al poco tiempo forma una orquesta con la instrumentación del tipo de las grandes bandas de jazz, adicionadas con la imprescindible percusión afrocubana, creando un sonido que sería desde entonces su sello y con el que crearía el estilo del mambo, en donde el verdadero solista es la orquesta.

 

Sobre aquello de "car'efoca", se cuenta la anécdota de que al ser preguntado el gran Beny Moré, con quien compartió estudios de grabación y con quien se registran algunas de las más importantes versiones de algunos clásicos de los cuarenta, con eso de "¿Quien inventó el mambo que me sofoca?", respondió "un chaparrito con car'efoca."


miércoles, 8 de diciembre de 2010

Reivindicando la Timba: La constante innovación de la música cubana


La misma historia con otros nombres

A mediados de los años noventa tuve la grata oportunidad de ser testigo y partícipe presencial de algunas reuniones de melómanos y coleccionistas reunidos en torno del elemento común de la cubanofilia. Rostros y discursos conocidos -incluso replanteados con el paso del tiempo- supieron siempre que la música cubana es quizás una de las más permeables que existe, aun a pesar de su multiplicidad de géneros y amplitud de ritmos, o quizás sea por ello precisamente que ha sabido mantenerse vigente y adaptable a lo largo de las últimas décadas.

Fueron las jornadas de Sandunguéate en nuestro medio las que permitieron que un nutrido sector de seguidores de la música cubana no comercial, tradicional o nueva, se hiciera de nuevos adeptos. Fueron esos los años en que se disfrutaba de discos nuevos y videos de grupos de culto como NG La Banda, Los Van Van, Orquesta Raisón, Eliot Revé y su Charangón, Orquesta Dan Den, entre otros. En el paso del tiempo, esos mismos grupos tomaron mucho de la influencia musical existente y avasalladora que buscaba una reivindicación de la presencia cubana en el mundo, a la vez que respiraba aires nuevos de cierta forma de libertad, esbozada cuando menos en la experiencia musical.



Revisemos la historia. Fue por la influencia de sus ritmos en el gusto popular que la música cubana logró perennizarse a través de lo que vino en llamarse Salsa hacia inicios de los sesenta en New York, gracias a la genialidad comercial de quienes tuvieron la visión oportuna de ver en la masiva presencia latina en el norte del continente un mercado expectante y creciente. Y ha sido por esa misma perseverancia que ha sabido acomodarse a nuevas formas de interpretación, nuevos escenarios y algunas estratégicas fusiones. Estos fenómenos, quizá inconscientes, quizá adrede, han sido potenciados por los músicos y empresarios para lograr por ejemplo el renacimiento del bolero hacia los años noventa, las fusiones con ritmos no latinos de la primera década del presente siglo o la transformación de las variantes del son en la timba de los últimos años.

Existe, para ser transparentes, una clara distinción entre salsa cubana y timba. La primera es la que sigue el formato de la salsa pero hecha al estilo del son cubano, con esencia cubana, y que se continúa interpretando a través de algunos de los exponentes más maduros y estilizados del devenir musical cubano, como Adalberto Alvarez, Isaac Delgado o Paulito FG, quienes no sólo han tenido una trayectoria limpia de sus propuestas musicales sino que han colaborado muy cercanamente con exponentes de la salsa puertorriqueña, la otra gran vertiente de producción de grupos y solistas.




Por su parte, la timba es más bien el producto de la evolución del apetito por la fusión que los músicos cubanos han tenido desde siempre. A partir de la derivación del son de monte adentro que produjo el songo, los grupos musicales experimentaron -a veces con éxito a veces sin él- híbridos rítmicos y melódicos con géneros no latinos, incorporando elementos del hip hop, reggae, rap, soul, entre otros. Lo que se privilegia en esta propuesta es indiscutiblemente lo bailable, la alegría casi forzada que no admite otro resultado que el movimiento corporal como manifestación explícita de la identidad entre el ritmo y el espíritu, algo que se heredó del África profunda que reposa en cada cuero. Para estudiar debidamente este fenómeno debemos transportarnos a momentos críticos en la ruta de la evolución musical cubana, cuando llegaban a Cuba las primeras influencias de la salsa caribeña.

En un punto de sano eclecticismo académico, los estudiosos que no se dejan apasionar por los extremos se sitúan en un punto de equilibrio cuestionador y mantienen vigente el debate de si la timba es una ruptura o una continuidad, como es el caso del musicólogo cubano Leonardo Acosta (“La timba y sus antecedentes en la música bailable cubana”, en revista Salsa Cubana, La Habana Nº 6: 9-11, 1998) o la investigadora Victoria Eli Rodríguez (“La música bailable de Cuba” en Revista Transcultural de Música. Transcultural Music Review. #9 (2005) ISSN:1697-0101).



Sin perjuicio de haber identificado grupos e intentos de fusión como Irakere, que vive y reina en los páramos de la experimentación, se ha señalado que es a partir de comienzos de la década del setenta en que la isla comienza a recibir la retroalimentación que le significaba la salsa que se acababa de gestar en otras partes del continente. Es con este legado de los primeros años que se va gestando la idea de hacer propia la magia de lo bailable, algo que es intrínseco a los cubanos, idea que se va plasmando en propuestas musicales, las cuales no llegan a madurar sino hasta la siguiente década, en que ya con un sonido nuevo se vuelcan hacia extramuros y llega a nuestras costas, aunque en ese momento bajo el rótulo de salsa cubana.



En muchas de las agrupaciones tradicionalmente ligadas a la música bailable se comenzaron a advertir algunas modificaciones, incluso cambios notables, como en la orquesta de Elio Revé (1930-97) que no son sino resultado de las creaciones, orquestaciones e interpretaciones de Juan Formell (1942), que por aquel entonces era el bajista de la orquesta, a partir de un repertorio que reposaba básicamente en el son y su variante más célebre  –el changüí-. Este proceso desencadenó lógicamente en la separación de Formell de su orquesta madre para fundar en 1969 Los Van Van, solo que ya para este momento la interacción e influencias de las tradiciones cubanas con la música internacional, en particular con el rock, la música de los Beatles y la música brasileña, según ha señalado el propio compositor.


En los primero años de la nueva orquesta viene a ser determinante el aporte creativo del percusionista José Luis Quintana, “Changuito” (1948), quien desde la batería combinaba los llamados ritmos modernos con los toques de la música cubana de antecedente africano, todo fuertemente interconectado con el modelo de ejecución del bajo de Formell. De esa dinámica se produjo la aparición de un nuevo ritmo, el songo, bajo cuya categoría se clasificaron temas clásicos que llevaron la firma y la orquestación de Formell, como Te traigo, Chirrín chirrán y Aquí se enciende la candela, que son ahora obras antológicas por comprender la renovación de lo bailable y por la aceptación que tuvieron entre los bailadores. Los Van Van implica pues el desarrollo casi natural y consecuente de la línea de una propuesta musical que nació en el songo, producto de la experimentación y de la fusión.



En otra vertiente de alimentación, Adalberto Álvarez (1946) con su Son 14 de la década del setenta aporta el desarrollo de un son refinado y casi académicamente correcto para el estándar evolutivo que se imponía en Cuba en esos años. En sus tumbaos lideraba el tres y el piano, algo tradicional, pero vino a imponerse la originalidad e inventiva del soneo, además del ingrediente del trombón adornero que permitía una mayor elaboración armónica y contrapuntística en la sección de los vientos. En sus improvisaciones al piano, Adalberto amplió la concepción armónica y el despliegue melódico, demostrando una vez más los estrechos vínculos entre la música cubana y el jazz.


En el frente puertorriqueño, se iniciaba un proceso de retroceso a la raíces, llamado cubanización, luego de que en sus inicios en New York tuviera que beber de las fuentes originales para permitir asentar la  identidad del latino forastero. Ese proceso de reafirmación de la cubanía en la estructura musical de la salsa la acercó más determinantemente a la que se estaba produciendo en la isla, incluso a nivel de profesionales, lo que logró una importante sinergia en los albores de la década del noventa gestando un nuevo movimiento, quizás sin darse cuenta ellos mismos.



Al arribar a la nueva década, los grupos y sus formatos seguían evolucionando. La formación instrumental se volcó hacia el uso intensivo de los ejes tímbricos del jazz, los vientos se conformaban de trompetas, trombones y saxos, la percusión se integró por combinaciones de batería, tumbadoras, pailas cubanas con bombo añadido, bongó, cencerro, claves, chékere, maracas, güiro y otros, se impuso el bajo eléctrico, e incluso se incluyó violines. El formato se completó con el piano y los teclados electrónicos, a lo que se vino a sumar la participación en escena de tres o cuatro cantantes. La intensidad sonora fue aumentada con sintetizadores, secuenciadores, máquinas de ritmos u otros instrumentos electrónicos y la utilización de aparatos de amplificación y salida de sonido. Se prestó una mayor atención a la coreografía y al diseño de vestuario. En este momento destacaron Juan Carlos Alfonso (1962), José Luis Cortés “El Tosco” (1951), Giraldo Piloto (1962), David Calzado (1959) y sus respectivas agrupaciones, entre otros, quienes con su aporte de jóvenes y creativos músicos salidos de las distintas escuelas y conservatorios de toda Cuba tenían mucho que decir sobre la nueva música que se estaba gestando. 


De este modo, la revolución musical que vino a trasgredir los estándares dejaba a tras los boleros, las guarachas y los chachachás que persistentemente se mantuvieron en las primeras producciones de los nuevos grupos. La salsa cubana se apartaba notablemente del molde puertorriqueño y adquiría personalidad propia, algo que también es intrínseco a los cubanos. En la parte lírica, la temática abordada venía a ser parte de la vida cotidiana que había sido “tapada con un dedo”, como el asunto de la conveniencia en desmedro del amor, el despecho, la traición y demás, que se hacían ahora visibles en coros cargados de doble sentido y agresividad bailable. La nueva música cubana reivindicaba la capacidad de inventiva de sus especialistas, el afán por experimentar e integrar a la población en torno del elemento bailable, y en ese sentido había cumplido un claro objetivo, incluso revolucionario en términos políticos oficiales. Recordemos además que la década de la timba es heredera de uno de los periodos más críticos y complejos de la sociedad cubana, el llamado “periodo especial en tiempo de paz”, situado en el contexto de una revisión mundial del modelo que se había asumido y que tiene su punto más álgido con la caída del muro.



Como resultado de todas las fuentes de influencia revisadas, la timba surge como un resultado dinámico de un proceso de cambios esenciales en los ritmos tradicionales, de ahí que su estructura sea segmentada y se permita exhibir como una ventaja la fragmentación de su línea rítmica. A la fecha, la timba se perfila como un género de amplia aceptación entre los jóvenes, quienes empiezan a aceptar géneros propios y ritmos nuevos, y sin querer asumen como suya una música nacida de la trasgresión y la subversión del orden establecido, un camino evolutivo natural en el ser humano. En ese aspecto, la timba cumple un rol de suma importancia, no solo para los cubanos sino para todo el que la escucha como una alternativa a la música estándar, entendiendo que la salsa tradicional, puertorriqueña o cubana, siguen el molde amplio y lineal que fue definido en su génesis. Históricamente la timba se distingue de la salsa en su concepto más esencialmente radical, en su forma más provocadora y atrevida. Y no es otra cosa que la rebeldía que todo hijo siente respecto del padre llegado el momento de abrir las alas al viento y volar del cálido nido que lo vio nacer.


Miraflores, 04/DIC/2010.

Llega una nueva propuesta: Luchito Muñoz y su Latin Soul !

Desde la eterna y primaveral Trujillo nos sorprende esta gratísima revolución musical, la agrupación Latin Soul del pianista Luchito Muñoz, joven talento que con sus extraordinarios arreglos viene a dar batalla con su propuesta musical, absolutamente  fresca, novedosa y llena de energía.







Con una presencia de grandes, Latin Soul llega y se impone como una Agrupación Peruana conformada por jóvenes y talentosos músicos que apuesta por las corrientes afrolatinas y fusión de géneros como el jazz, rock, blues, hip hop sobre la base salsa Desarrollado en Trujillo bajo la conducción de Luchito Muñoz (Lima) junto a un equipo de jóvenes músicos trujillanos de primer nivel, se encuentran encaminados en un proyecto singular de música latina y fusión. Actualmente se encuentran grabando el primer trabajo discográfico, el mismo que cuenta con el tentativo nombre de One Sound Chévere.







Latin Soul se conforme de Dennis Shapiama en la guitarra, Luchito Muñoz al piano rhodes y soneo, Cristian Romero en sax, Gonzalo McCubbin en bajo, Gonzalo Cerna en las congas, Jimmy Bayona en timbales, Peter Mozo en batería, José Silva en piano. Además, cuenta como invitados con Leydi Salinas en la voz y Antonio Ginocchio en trompeta.





Visitar y seguirlos en 


lunes, 6 de diciembre de 2010

Masilva- Mi Reina (2009)


Grabado en vivo en el Bar Aqui Nomas de Barranco, noviembre, 27 de 2009.

Felicitaciones por la propuesta musical y resaltamos la presencia del extraordinario flautista Junior Pacora en el grupo.

Esto es:
Masilva