El muy querido y carismático cantante Ismael Miranda, conocido por sus seguidores como el Niño Bonito de la Salsa, lanzó el año pasado su disco "Son 45", un homenaje propio que quiso hacer a su trayectoria y permanencia en los escenarios, con la vigencia que le da el saberse fundador de una parte de la historia de nuestra música latina y poseedor del cariño de la gente de América y el mundo que ha seguido con atención su carrera y han hecho suyos sus canciones en estos años, desde los tiempos de la Orquesta Harlow hasta su etapa de solista.
La historia comenzó en 1967 con el álbum "El Exigente", en el que debuta como vocalista de la Orquesta Harlow, aunque la audición que le abrió las puertas no fue con Larry sino con su hermano Andy Harlow. De ahí en adelante, la historia es harto conocida. El álbum, por cierto, incursiona fuertemente en el boogaloo, pero hay 3 temas en los que un muy jovencito Ismael Miranda Carrero arremete con su melodiosa y potente voz. Sobresalen las salsas "Rumba me llaman" y "Las Luces".
El año de 1967 fue clave para la gesta de la salsa, pensando en ella como producto nacido de la creativa participación y el tenaz empuje del empresario Masucci y el flautista y arreglista Pacheco.
Los años siguientes significaron para la dupla Harlow-Miranda una seguidilla de éxitos, hasta que en 1973 Miranda se separa de la banda. Los años setenta y ochenta fueron para el Niño Bonito una especie de gran escenario para sus éxitos:
Incluso en 1984, Miranda logró lo que pocos han podido conseguir en sus carreras, cantar con la Decana, la legendaria Sonora Matancera, un sobresaliente mérito que exhibe en su larga lista de aciertos, premios y logros.
Nacido en Aguada, Puerto Rico, en 1950, la trayectoria de Ismael Miranda ha sido más que inlfluyente, ha sabido hacerse del espacio para el afecto del público que lo ha seguido durante estos 45 años y de sus compañeros de arte, quienes lo siguen, consideran y respetan.
Y así llegó el disco "Son 45", bajo la producción de Víctor Manuelle, amigo personal y admirador de Miranda, quien no tuve mejor idea que idear e impulsar desde la producción ejecutiva este álbum que es a la vez un regalo para los fanáticos.
Las composiciones del álbum pertenecen a Víctor Manuelle, Juan José Hernández, José (Leni) Prieto, Harold Acevedo y Johnny Ortiz. De su disco, dice el propio Ismael: “Esta nueva producción se hizo con mucho cuidado y responsabilidad social, para que todo tipo de público pudiera disfrutarla. Quisimos complacer, tanto a la nueva generación de salseros, como a los que siempre han disfrutado la buena salsa, implementando la maestría de la salsa clásica y las nuevas influencias de la salsa moderna".
En el disco, Miranda se pasea con absoluta solvencia por la salsa bailable, la de contenido, el arreglo elevado y el bolero. Especial mención por su participación tienen los maestros Richie Ray, Bobby Valentín y Roberto Roena, quienes intervienen en el tema Piano, Bajo y Bongó.
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