Hablar de Carlos Valdés (La Habana, 1926 – Cleveland, 2007), el diminuto pero genial conguero cubano es gratificante para cualquier investigador o coleccionista, su arte inmenso fue paseado por distintos escenarios y sigue siendo hoy, a 7 años de su desaparición, motivo de estudio por su aporte generoso a la música latina.
Desde los años de su natal Cuba, al lado de las más importantes agrupaciones, como el Conjunto Kubavana (1944), al lado de otro grande como fue Armando Peraza, la ‘Decana’ Sonora Matancera (1947) y el Conjunto Casino (1949), su peso interpretativo se hacía sentir en cada participación. De esta época quedan algunas grabaciones estupendas que dan cuenta de la sabrosura que destilaba Patato con tan poca edad.
No es posible continuar sin la pausa necesaria para tomar aliento. Esta conformación, genialidad del ‘Rey del Timbal’ es la que participó en Montreaux en 1980 (el Festival de Jazz de Montreux es un festival anual de jazz creado en 1967, que se lleva a cabo en Montreux, Suiza frente al lago Lemán) y cuya grabación en vivo sigue sobrecogiendo a cuanta generación nueva se adentra en los misterios de la música, misterios que solo es posible explorar de la mano de una aguerrida y pulcra pasión por ella. Cómo no encoger el espinazo con ese disco, es sencillamente una obra de arte para la posteridad, signo ineludible del talento humano para cuando, dentro de milenios, seamos contactados por vida más allá de la galaxia. Porque debe ser música creada al otro lado de un agujero negro, tras las dimensiones inimaginadas de la creatividad y la locura. Y Patato fue parte vital de esa conformación, junto a Mike Viñas, Jorge Dalto y Alfredo de la Fe.
La amistad surgida con el pianista argentino desaparecido a los tempranos 39 años en New York (1987), Jorge Dalto, originó una suerte de complicidad musical y una confianza que se plasmó en numerosas giras e incluso grabaciones, como “Rendezvouz” de 1983 y “Urban Oasis” de 1985. Pero mayor muestra de la dupla Valdés-Dalto es notoria en el antológico disco “Masterpiece”, grabado en Alemania en 1984 para el sello Messidor, pero editado recién en 1993.
La inquietud de Patato lo lleva a giras y estudios de grabación en el mundo entero. En 1987 graba con Mario Bauzá y Graciela el disco “Afro Cuban Jazz”, en 1993 se vincula con el también extinto maestro del piano Hilton Ruiz y graba el álbum “Heroes”. En 1994, bajo la producción de Paquito D’Rivera, graba el disco “Bebo rides again”, tributo al maestro Bebo Valdés. Ese mismo año, también para Messidor, graba el álbum "Nobody Beats The Wiz", que saldría al mercado recién en el año 2000 como “Único y Diferente" para el sello Conector Music.
Aquí lo acompañan Alfredo Rodríguez y John Di Martino alternando en el piano, Nicky Marrero en timbales, bongó y percusión menor (y también toca la batería en el tema "Opitas Opus," número compuesto por el fenecido Dalto), Vince Cherico en la batería, Pablo Calogero en los saxofones y flauta, Gerry Chamberlain en el trombón (estos dos de la última orquesta de Bauzá), Dale Harrigan en la trompeta y el legendario bajista puertorriqueño Joe Santiago. "Patato" canta y toca tanto las congas como el tambor batá en este disco.
Compartimos el tema Carlito's Dilema, un latin jazz con ese guajeo atrapador, composiciòn y arreglos de Pablo Calogero.
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