Bajo la pésima clasificación de salsa judía, el disco El Danzón de Moisés, que data del año 2001, grabado en el sello Tzadik, del percusionista Roberto Juan Rodríguez tiene mucho que decirnos. A esta altura de la vida -y de la noche-, toparse con propuestas de tan alta y compleja erudición, no es fácil. Esta producción logra traer poderosamente la atención, no sólo por el contenido de fusión, que ciertamente es atractivo como curiosidad perfectamente lograda, sino además por sus raptos de increible lucidez y despojada intelectualidad.
Porque es que hay que ser de cierto modo erudito e intelectual para comprender más allá de la riqeuza de la propuesta, el salto dialéctico que se pretende hacer con esta amalgama casi perfecta de ritmos, melodías y armonías, que lejos de perder su esencia naturalmente judía se enriquecen y se pueblan de la cubanía más radical que significan los géneros propios de la isla.
Tras la puesta en marcha del proyecto, el éxito le sobrevino de inmediato. La crítica especializada cubrió de elogios el trabajo musical, tanto para el lado judío como para el cubano. Y aunque nadie comprendía en realidad el contrasentido ontológico que se había gestado al componer danzones tristes y desgarrados, nadie podía desligarse de la idea de que eran ciertamente ritmos cubanos.
Dijo el propio Roberto Juan Rodríguez, "esta idea la tuve hace mucho tiempo, desde que era pequeño, allá en Cuba. Mi padre tenía muchos amigos judíos y alternábamos con ellos. Luego, venir a Estados Unidos y encontrarme con la inmensa comunidad judía, hizo que no perdiera esa concepción de querer hacer algo musical que fusionara el klezmer y lo cubano".
Los acompañan los músicos Roberto Luiz Rodriguez (Trompeta), David Krakauer (Clarinete), Matt Darriau (Clarinete, Trompeta, China), Peter Apfelbaum (Soprano Sax), Mark Feldman (Violin), Jane Scarpantoni (Cello), Marcus Rojas (Tuba, Bombardino), Ted Reichman (Acordeon), Craig Taborn (Piano), Brad Jones (Bajo) y Susie Ibarra (Percusion). 
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