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viernes, 21 de junio de 2013

Apuntes sobre El Manisero y Moisés Simons

Originalmente publicado como: "Betancourt: 'El Manisero era un asturiano de apellido Zúñiga'"
Autor: Lino Betancourt Molina, periodista, escritor y productor de radio, autor del libro Siempre Compay.
La Habana, Cuba
Publicado por: Música Cubana para Salsa Global
Fecha: 20 de junio de 2013
Imágenes: El Aguijón Informativo

***


En la habanera esquina de Barcelona y Amistad existía un café con el extraño nombre de El Autogiro. En la década de los años veinte a esos establecimientos comerciales se les llamaba “lecherías”, porque la venta mayor era el clásico café con leche. Una noche estaban sentados junto a una mesa Sindo Garay y Moisés Simons.


Acertó entonces pasar por la esquina un vendedor de maní tostado que pregonaba a viva voz su mercancía. Era un asturiano de apellido Zúñiga. Penetró en el café y Simons le compró un cucurucho de maní. El vendedor siguió proponiendo el maní por toda la calle. Simons tomó entonces una servilleta y trazó con su estilográfica las cinco líneas del pentagrama y comenzó rápidamente a escribir las notas de un son.

- ¿Qué haces?, le preguntó Sindo.

- Un pregón, le respondió.

Pasaron unos meses y surgió en la voz de Rita Montaner el son pregón más famoso de todos los que se han compuesto hasta ahora en Cuba. El Manisero fue puesto en la pantalla cinematográfica en el filme Romance del palmar, cantado por Rita. Cuando en 1928 lo graba para la casa discográfica Columbia, puede decirse que comenzó la fama de Simons. En 1929 Antonio Machín lo popularizó en España y, más tarde, en Nueva York. Se filmó ese mismo año un corto cinematográfico con el nombre de Coconut Vendor, donde aparece Machín pregonando los ya famosos cucuruchos.


Moisés Simons no tenía realmente ese apellido. Se llamaba Moisés Simón Rodríguez. Pero sucedió que él se encontraba en París cuando la Segunda Guerra Mundial y Francia fue invadida por los nazis. El propio Adolfo Hitler, como un turista más, se hizo retratar junto a la Torre Eiffel para demostrar al mundo que era el “dueño” de París. Y como el apellido Simón sonaba muy judío, unido a Moisés, el autor de El Manisero decidió “americanizar” su apellido para pasar inadvertido ante los invasores que, como se sabe, tenían un odio acérrimo hacia los judíos y sus descendientes. Con el nuevo apellido se quedó toda la vida, y así se inscribió en la historia como uno de los más famosos compositores cubanos. Había nacido en La Habana, el 24 de agosto de 1889. Su padre, Leandro Simón Guergué, le enseñó a solfear, luego los maestros Fernando Carnicer, Felipe Palau e Ignacio Tellería lo harían compositor y el maestro José Mauri le daría clases de instrumentación. En 1908 era organista de la Iglesia de Jesús María y, más tarde, dirigió la orquesta del Teatro Martí y la del Payret. Viajó por varios países dirigiendo orquestas. Incluso en 1909, en el diario habanero La Lucha, escribió algunos artículos de música.

Si nada más que Simons hubiera compuesto El Manisero, con esa sola obra le hubiera bastado para hacerse famoso. Pero compuso mucho más. El 3 de febrero de 1913 se estrenó en el Teatro Albizu su opereta Deuda de amor, por la compañía de Esperanza Iris. En 1920 ya tenía su propia orquesta, donde agrupó a verdaderos maestros como al violinista Virgilio Diago. Su hermano Fausto Simón -quién no tuvo necesidad de cambiarse el apellido-, cuando era gerente del Hotel Plaza le proporcionó al compositor un viaje de promoción por Europa. En París, Moisés se encontró que todas las orquestas, que interpretaban música cubana, tenían en sus atriles El Manisero.


Cuando Ernesto Lecuona fue contratado por la MGM para que musicalizara la película The Cuba Song, incluyó como tema principal El Manisero y hasta la célebre artista de Hollywood Judy Garland cantó un pedazo de ese pregón en el filme Nace una estrella. Sin embargo, al éxito de El Manisero le siguió en 1934 el estreno de su opereta Toi c’ est mo (todavía sin título en español). Esa opereta, escrita con la colaboración del famoso novelista francés Henry Duvernois, tuvo uno de los éxitos más grandes y batió un record de taquilla en París donde permaneció en cartel durante un año. Luego, en 1936, Simons estrenó -también en la Ciudad Luz-, otra opereta: Le chant des tropiques, donde nuevamente el sagüero Antonio Machín canta El Manisero. La canción Cubanacán, otro éxito de Simons, aparece en esa opereta que luego formaría parte del repertorio de la célebre Raquel Meller.

En 1942 Simons regresó a Cuba, luego de un periplo por varias ciudades francesas. Incansable viajero regresó de nuevo a Europa, a España, y en Madrid musicalizó el filme Bambú, donde incluyó la canción Hoy como ayer; y en 1944 Federico Shaw tradujo al español la opereta Toi c’ est moi, que constituyó otro éxito en la capital española, al igual que, después, en Barcelona. Estando en Madrid, ese mismo año, el 28 de junio, la muerte lo sorprendió. Sus restos descansan en esa ciudad. Por gestiones de Odilio Urfé, cuando era director del Seminario de Música Popular, que tenía su sede en la capilla del Hospital de Paula, se nombró una comisión integrada por el propio Urfé, el doctor Eduardo Robreño y este cronista para traer los restos del ilustre creador de El Manisero a su patria; pero no pudo ser.

De todas maneras, Moisés Simons está en Cuba siempre, y cuando en La Habana Vieja una popular vendedora entona la melodía de El Manisero, se recuerda su nombre como uno de los más gloriosos representantes de la música popular de todos los tiempos.


Fuentes:
- Conversación del autor con Sindo Garay.
- Datos del archivo personal del autor.