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viernes, 23 de marzo de 2012

Oscar Valdés, la voz del Irakere



Por Rafael Lam *


La Habana (PL) Oscar Valdés, quien celebrará en este 2012 su cumpleaños 75, fue durante casi tres décadas el percusionista y akpwón del grupo Irakere. Vive en el barrio de Pogolotti, de esta capital, en una especie de fortaleza musical construida para sus clases de música.

Una de las habitaciones cuenta con unas colecciones de tambores diversos fabricados para trabajar con Irakere y sus presentaciones especiales. Se le puede ver con su grupo Diákara en La Zorra y el Cuervo y el Jazz Café. Compone, graba, ofrece clases, sigue haciendo música sin parar.

El percusionista, nacido en la barriada del Cerro, La Habana, a los 12 años comenzó a tocar tambores con su padre Oscar. En 1949 también recibió clases de percusión y batería con Guillermo Barreto y Walfredo de los Reyes (padre).

Se inició profesionalmente en la orquesta del cabaret La Campana, de Infanta y Manglar, un sitio muy visitado por Benny Moré cuando regresó de México. "Me forjé en el bongó y la paila; tocaba en muchos centros nocturnos como el Parisién del Hotel Nacional, en el Cabaret Tropicana. Llegué a tocar la batería con la Orquesta de Benny Moré, después de la salida de Rolando Laserie (1955-56)".

Después de los cambios sociales en Cuba, en 1959, Oscar trabajó en la Banda del Ejército de 1959 a 1961, integró la banda y el coro rebelde con Enrique González Mántici, Valdés Arnao y Manuel Duchesne Cuzán. También estuvo con la Orquesta Sinfónica Nacional.


No puedo desaprovechar esta oportunidad para que Oscar me cuente de la organización del grupo Irakere. "Yo entré en la Orquesta Cubana de Música Moderna en 1967, con algunos de los integrantes que después formaron Irakere".

"Chucho Valdés y yo nos conocíamos. Ya desde 1970 comenzamos con inquietudes. Para oficializar a Los Irakere hubo que esperar como un año a que se reunieran todos los integrantes".

El experimento de Oscar con Irakere generó aportes a la nueva música del jazz cubano. "Yo fui el encargado de llevar el ritmo; Chucho era el músico generador de las ideas, el genio, pero yo aplicada esas ideas a la percusión. El jazz no encuadraba en lo folclórico, pero yo lo trabajé y se creó esa nueva tendencia muy avanzada y atrevida para aquellos tiempos de la década de 1970. Tambores batá, arará, abakuá y los chekeré".

La obra que abrió el camino de Irakere fue Bacalao con pan, de Chucho Valdés. Oscar nunca había cantado, pero le pidieron que pusiera su voz tonal (afro) en el montuno. "Yo me negué, pero tenía que llenar parte de la pieza para dar entrada al coro y de esa manera me fui convirtiendo en el cantante de Irakere".

La experiencia con Irakere fue muy enriquecedora para Oscar; se presentaron en los más importantes festivales de jazz del mundo, compartieron con figuras de alto nivel musical.

La salida de Oscar de Irakere, en pleno boom de la salsa cubana, resultó muy sonada en los medios musicales. Comenzaban nuevos tiempos para Chucho Valdés, que ya andaba en otras ideas.


Oscar cuenta con mucha tristeza la separación de Irakere, rememora aquellos grandes momentos de la orquesta más reclamada de la música de jazz cubano (afrocubano o de latin jazz). En su casa muestra fotos de los festivales donde triunfaron por el mundo.

"Cuando dejé Irakere en 1994-1995, comencé a trabajar con mis hijos: Oscarito (batería), Diego (bajo). Acompañamos en algunas presentaciones al trovador Silvio Rodríguez. Después fui trabajando más lo cubano y lo afro".

"Nos iniciamos en la UNEAC, la Zorra y el Cuervo, Jazz Café, interpretamos clásicos del jazz latino: Manteca, Tunicia, mambo influenciado, Caravana. He rescatado algunos temas emblemáticos de Irakere. He hecho muchos cantos orishas con batá".

Cree Oscar que los Irakere llenaron un verdadero capítulo de la nueva música cubana de la segunda mitad del siglo XX, considera a la orquesta de Chucho Valdés como un Todos Estrellas, un Team Cuba. Alcanzaron en 1979 el primer Grammy del país, y después Chucho fue coleccionando una larga lista de premios que sobrepasan los siete Grammy y más de 15 nominaciones.

En esta última etapa, sus clases se han impartido en Argentina y Francia, en tanto recibe en su casa a muchos estudiantes de Japón, Europa, Estados Unidos y América Latina.

El maestro tenía un sueño de grabar un disco Orisha con afro jazz, un trabajo muy personal. Se concretó esa idea con "Leyenda viva", de Bis Music, que se alzó con el Premio Especial en el Cubadisco 2010. Tuvo como invitada solamente a Omara Portuondo.

Ahora está en espera de grabar un disco con la música bailable de Irakere para rememorar los buenos tiempos de la música timbera.


*Crítico y periodista cubano. Colaborador de Prensa Latina.

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