Nuestro Podcast semanal en Spreaker

Ranking Semanal

Nuevos estrenos en Hearthis

miércoles, 15 de octubre de 2008

Criollismo, esa voz que me persigue y me dice salud! (primera entrega)


Este es el mes de octubre, mes de tradición morada, mes de turrones y sahumerios, de anticuchos nocturnos y piscos acholados, mes de la Montonera de Cocharcas, mes del Criollismo. Y nuestra canción merece un trato especial en estos tiempos de olvido y postergación, a pesar de que algunos colegios y nidos tratan casi inútilmente de reavivar la flama de aquellas celebraciones de la Lima de encerronas para que nuestros niños crezcan sabiendo que las brujas son de otro país, en el nuestro, las brujas no viajan en escobas, al contrario, se pasean horondas por entre los cuarteles del Presbítero Maestro.

Y es en este contexto que este Blog rinde homenaje, como no podía ser de otra forma, al criollismo más extenso, con notas y con pisco, con valses y sentimiento. Recorreremos juntos las callecitas del centro histórico y daremos cuenta de lo bueno que todavía tiene Lima por ofrecer. Para Lenin y el Comandante don Hernán, los huariques; para Jorge, Los Morochucos y otras legendarias figuras, entre otras notas prometidas.

En esta primera entrega un acercamiento académico al nacimiento del criollismo y sus figuras más representativas. Disfrútenlo.


***


En la década del setenta se entabló una seria polémica académica entre Isabel Granda Larco y don César Santa Cruz Gamarra. La discusión estaba centrada en la producción artística de música peruana, costeña para ser más exactos, a partir del entendimiento de los orígenes del fenómeno cultural surgido a comienzos de siglo. La primera de los nombrados, compositora ante todo, guardaba una posición artística y de vanguardia; el segundo, estudioso, académico, también compositor, guardada cierta distancia rigurosa con aquella y anunciaba que el valse no era de piso de tierra sino de salones edulcorados y brillantes.

Para no alejarme de lo crítico, como hasta se puede preciar este blog, diré con justicia que yo simpaticé cuando estudié este tema más con la idea de Don César que con la posición romántica de la buena Chabuca, maestra ante todo, y que me sepa perdonar la historia, válgame Dios! Pero, pido permiso señores, voy a ser ecléctico, si me lo permiten.


La teoría que traza Don César es muy sencilla y se basa en las influencias obvias que nuestra ciudad padecía por parte de la fuerte presencia vienesa o francesa y, en general, europea, en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX. No podíamos sino acomodarnos y bailar al compás de la mazurca y las demás rarezas de aquella época, de manera que resulta casi más contundente afirmar que el Valse devino del Waltz y que se bailaba con buen pie y en buen piso. Todo ello no descarta necesariamente lo que afirmaba Chabuca, quien prefería decir que el Valse Criollo de nuestra costa era de callejoncito y de pisito de tierra.

Y bueno, no son contradictorias las posiciones, viéndolas con la benevolencia de la historia lejana y el tiempo transcurrido. Cuando el Waltz se convirtió en Valse lentamente a través de esos turbulentos años de transición de siglo, era instrumental, como que era tributario de las grandes sinfónicas y exuberantes salones biselados de la lejana y encorsetada Europa. Y ese vals instrumental practicado por los sectores aristocráticos fue transformado por los músicos populares, quienes lo transfirieron de la orquesta de cuerdas y piano a guitarra y con textos propios. El canto solista o en dúo, acompañado al inicio por guitarras, era parte fundamental de toda reunión o jarana en casas, solares y callejones limeños, instancias en las que se desarrolló esta música en viejos lugares del Centro de Lima y, en especial, en los Barrios Altos.


El libro "El Waltz y el Valse Criollo" fue publicado en 1977. En su estudio, tal como se ha dicho ya, se estudia la historia del vals en el Perú en el que confluyen su vivo testimonio como compositor criollo, su clara experiencia como músico profesional y su cuidadoso análisis de estudioso con una formación académica. El libro se amplió y reeditó en 1989. Cesar Santa Cruz falleció en Lima el 20 de marzo de 1996.

Más tarde ya, el valse se fue forjando una personalidad propia, incluso cuando no contaba con el cajón como buen coprotagonista, como señala Darío Mejía desde Melbourne, Australia, “cuando se habla de la música criolla, especialmente del vals, viene a nuestra mente el sonido maravilloso de la guitarra y el cajón que acompañan a los intérpretes. Pero, recién en la segunda mitad del siglo XX es cuando el cajón se incorpora al vals volviéndose su compañero inseparable. Antes de ello, el cajón se utilizaba en la música negra, la zamacueca, la posterior marinera y el tondero”.


El cajón, por cierto, formaba parte del acompañamiento en la zamacueca y de ello dejó constancia Manuel Atanasio Fuentes en su libro "Lima. Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres". Y luego, durante la primera mitad del siglo XX, era utilizado solamente para la marinera, el tondero y la música negra. En las jaranas y, sobre todo, los primeros años de la música criolla en las radios, el cajoneador descansaba hasta que llegaba el turno de alguna marinera o tondero que era cuando recién intervenía. Por ello, no había muchos cajoneadores durante la primera mitad del siglo XX y los que existían se conocían muy bien.

Por su parte, volviendo al hilo conductor de esta nota, el maestro Manuel Acosta Ojeda señala que el elemento central de la música "criolla", o mejor dicho "costeña", es el "valse". Y es que criollo sencillamente es "no nativo". Por lo tanto, también es "criolla" la música andina o selvática, mestiza, que no es autóctona. El origen está en la voz: "creole" que se usaba en Haití para denominar un dialecto mezcla del francés y algunos idiomas africanos. Luego se aplica al negro esclavo nacido en las colonias, fuera de la tierra de sus padres. Entonces el primer criollo que llega al Perú es el negro. Y se le llama así hasta que nacen aquí hijos de españoles, a los que se les llama "criollos". Y el pobre negro pasa a ser "pieza de ébano" o "mandingo".


Los criollos de verdad jamás dirían "valsecito criollo", ya que para ellos el "valse" era, no sólo un objeto de "jarana", era más que nada un sentimiento muy puro, de ternura, de amor y sobre todo de tristeza. Tampoco le llamaron "vals" para que no se confundiera con la palabra germana "Waltz" porque estaba prohibido por las buenas costumbres sociales.


Años poco más tarde, el dúo "Montes y Manrique", conformado por Eduardo y César, respectivamente, tuvieron el privilegio de ser los primeros cantores sudamericanos que viajaron a Nueva York a grabar para el sello "Columbia", 91 discos dobles de pizarra con 182 piezas del folklore costeño peruano en cinco series de 18". Fue un 26 de agosto de 1911, que con una guitarra sus voces agradables volaron rumbo a Nueva York, según ha estudiado Aurelio Collantes.

Colaboraron con esta nota:
Fernando Coronel
Fernando Calle
Hernan Calle
Lenin Paico
Jose Sardon (In Memorian)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Fernando por tan importante documento.

Ernesto

Anónimo dijo...

Muy bueno su homenaje tocayo !!!...


Saludos,

Fernando Barraza

Anónimo dijo...

Tu referencia a la Plazuela de San Pedrito y la consecuente añoranza, me hacen imposible no responder. Recuerdo en la década del 50 al famoso (estoy seguro que no solo en mi mente sino de de todos los que por allí recalaron) restaurante del mismo nombre, frente a la plazuela..testigo de almuerzos de los domingos o de alguna fecha familiar especial...ese cebiche de camarones inolvidable; si hasta recuerdo la cara de quien nos atendia siempre ...me gustaría saber donde probar las exquisiteces cuyas recetas publicas...disculpa si antes lo has mencionado y no le dí mucha importancia...pero recien cuando has hecho referencia a mi tierra, inmediatamente he "sacado mi linea" ...y me asalta la ansiedad por probar, nuevamente, las delicias de la cocina huachana..

A ver si nos reunimos un dia con nuestro amigo "marrón" (mejor dicho, Román, ..bueno, por ahí van) para pasar un buen rato..

Manuel Paredes