Siempre es grato escuchar los boleros del gran Genaro Salinas, el tenor de la voz aterciopelada, dueño d euna dulzura fuera de serie el interpretar los boleros, por ello su vida entera se vio envuelta en el drama, no solo para cantar sino también para amar y para entregarse a la muerte.
Los estudiosos señalan que un miembro de la farándula, Roberto Soto, lo escuchó y debió quedar lo suficientemente pasmado como para incluirlo sin tener currículum previo en el programa del Teatro Lírico, de ahí tal parece que bastó un paso para formar parte del repertorio artístico de la XEW. Habría sido ahí, en esta estación capitalina convertida en un monstruo radiofónico, donde se le impuso el mote que, a la postre, se convertiría en su distinción : “La Voz de Oro de México”.
Y luego llegó la fama, el sello Peerless, su paso por Cuba, el amor de su vida y la muerte en la lejana Caracas. Una vida agitada, intensa, que supo vivir y se atrevió a enfrentar, con marchas y odios, despechos y venganzas. Es la historia viva del artista que cede ante su sensibilidad amatoria pero que no ceja ante la inmortalidad.
Así te recordamos, Genaro Salinas!
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