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viernes, 29 de enero de 2010

La "voz elástica" de Vicentico Valdés (1921 - 1995)


La primera vez que supe de La Voz Elástica de Cuba fue, como muchos, por la radio. Yo era niño y en las mañanas se escuchaba boleros en mi casa, justo antes de irme al colegio Maristas de Huacho, el que queda frente al mar. Y tengo en mi mente de todos esos años resumida mi infancia en Los aretes de la luna, el bolero de José Dolores Quiñones que grabó Vicentico Valdés con la Sonora Matancera en 1958 y que significa hasta hoy uno de los hitos de popularidad de la legendaria agrupación y del cantante habanero nacido en 1921.



Años después, luego de mi travesía incansable por los boleros y mi propio aprendizaje de la vida, llegué primero a Carlos Lértora -el Ché Carlitos- y luego a Salsa Picante y a Roy Rivasplata, espacio en el que pude volver a escuchar al maestro Vicentico Valdés, incluso la etapa de las producciones en el sello Bronco Records al lado del Rey del Bajo, Bobby Valentín, y su colaboración con músicos como Patato Valdés (Masterpiece: 1993). Esta nota no solo responde a mi experiencia personal con los boleros y algunas guarachas formidables del extraordinario cantante que es Vicentico Valdés sino también sirve de reconocimiento al aporte musical que dejó como cubano fundamental de varias décadas.






Luego vendrían New York, Noro Morales y Tito Puente. Pero la consolidación llegaría con el sello Seeco y su propia orquesta, con la que grabaría éxitos de todo calibre y origen, como La Montaña o Envidia.






Los arreglos de René Hernández fueron decisivos en la creación de los éxitos de Vicentico, así como la búsqueda escrupulosa del repertorio y la magistral interpretación de los boleros. Además, el acompañamiento de su época más madura fue de lo mejor, como Bobby Rodríguez, José Mangual, Alfredo "Chocolate" Armenteros y Vitín Paz.

El camino triunfante del maestro Vicentico y su señorial presencia en el escenario siguieron recorriendo el mundo en los años sesentas y setentas, pero ya dentro del sello UA Latino, con quienes grabaría las producciones Arriba Vicentico o Un momento feliz, para luego recalar brevemente en Tico Records. A este período corresponde los discos Alegre y sentimental y Honey, por ejemplo.








La última etapa del gran Vicentico la hizo al lado de Bobby Valentín, quien venía de las canteras de la Fania All Stars y se había consolidado, hacia la década del ochenta, como un director y arreglista insuperable, hacedor de éxitos y difusor de la música latina a través de su propio sello, Bronco Records. Y lo que comenzó como un disco tributo, terminó en 3 piezas de colección que hasta hoy marcan la pauta. Sin duda alguna, sus versiones de los años 1982, 1983 y 1986 fueron claves en su consolidación incluso para las nuevas generaciones, quienes no lo habían conocido en los días de la Sonora y lo veían ahora al lado del Rey del Bajo.



Al final me queda una sensación de compañía y secreta complicidad, queda solamente Vicentico Valdés desentrañando la madeja de sentimientos encontrados que uno va a prendiendo a descubrir con el paso del tiempo y las vivencias cotidianas. No hay duda de que lo bueno es permanente y queda en el recuerdo del colectivo, por eso recordamos a los grandes cantantes como el que venimos a escuchar el día de hoy.







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